A 150 años del nacimiento del Dr. Clemente Álvarez

 

Hay nombres que resuenan rápidamente en la cabeza de los rosarinos y que se repiten casi sin pensar en su origen o por qué están ahí, firmes, en el imaginario local. Uno es Clemente Álvarez, médico al que se menciona junto al Hospital de Emergencias o Heca, como se lo conoce popularmente. Y es obvio que debió en la historia de la medicina en Rosario haber miles de profesionales dignos de recordatorias. Entonces la pregunta cae de madura: ¿Quién fue, qué hizo, o mejor, qué distinguió a Clemente Álvarez? A 150 años de su nacimiento, algunas referencias pueden ayudar a actualizar la imagen del “Maestro”, como lo conocían sus pares y alumnos.

Sobresalen en los escritos sobre Álvarez cualidades de sus actividades como médico y profesor, y de personalidad que se sintetizan en “su comprensión del dolor humano”. También se destacan su austeridad, rectitud de carácter, sobriedad, honradez y modestia en 50 años al servicio de la salud pública de Rosario. Y un detalle de su compromiso: los enfermos lo esperaban todos los días puntualmente a las ocho.

El exilio de Serafín

Serafín Álvarez y Peral había nacido en 1842 en Guadix, una ciudad andaluza en la España de la reina Isabel II donde hizo su formación inicial y su bachillerato. Luego partió a Madrid para estudiar Filosofía y Letras. Allí conoció a Felipa Arqués y Morales, una madrileña nacida en 1851 con la que se casó en 1866. Serafín militó en el Partido Republicano y, como escribiente, fue parte de los sucesos de 1868 que promovieron en 1873 la Primera República Española.

La pareja tuvo en Málaga a su hijo Clemente el 29 de enero de 1872 y en 1873 a Luis, los primeros de cinco hijos y dos hijas. El fracaso de los revolucionarios y la Restauración Borbónica en 1874 envió al exilio a Álvarez, quien viajó a Argentina junto a su familia.

Los Álvarez se afincaron en el poblado entrerriano de Gualeguaychú, donde en 1875 nació Domingo y el 3 de septiembre de 1878, Juan (el de la Biblioteca Argentina). En 1880 la familia se trasladó a Buenos Aires. Serafín convalidó su título de abogado y cofundó la Revista de los Tribunales. Siempre según el site Geneanet, en 1886 en la capital argentina, nació María Estela; en tanto Julio y Eva son santafesinos de 1888 y 1890.

Una juventud plena

Clemente terminó la secundaria, entró a la Facultad de Medicina de Buenos Aires y se graduó en 1894 con diploma de honor. Un ofrecimiento del gobernador de Santa Fe Luciano Leiva movilizó nuevamente en 1895 a los Álvarez para que Serafín se haga cargo del Juzgado de Primera Instancia de Rosario. Luego fue juez en lo criminal, camarista y formó parte del Superior Tribunal de Santa Fe.

Diploma de médico de Clemente Álvarez expedido por la Universidad Nacional de Buenos Aires el 10 de octubre de 1894 / Liga Argentina contra la Tuberculosis de Rosario.

Ya en Rosario, Clemente ejerció como médico de la Policía entre 1895 y 1898, y de la Sociedad de Socorros Mutuos. Además fue profesor de Ciencias Físicas Naturales en la recién fundada, en 1896, Escuela Nacional de Comercio.

Está fechado el 22 de julio de 1898 su ingreso al Hospital Rosario. No se trata de un dato menor. Ese mismo primer efector público rosarino, creado por ordenanza municipal en 1897 sobre la manzana delimitada por las calles Libertad, América, Progreso y Virasoro (hoy Sarmiento, Rueda y Mitre), abierto el 24 de junio de 1898 como maternidad y para la asistencia de niños, y que más tarde producto de la inmigración y el aumento exponencial de la población local se convertirá en un hospital general, llevará desde 1949 su nombre.

En una consulta al domicilio de la familia Fontanarrosa, Clemente conoció a Josefa, nacida el 13 de enero de 1881 en la localidad santafesina de Coronda. Se casaron el 7 de diciembre de 1899. Viajaron a Francia y Alemania, lugares donde Clemente hizo sus posgrados en Clínica e Higiene. En 1900 en la ciudad alemana de Berlín nació María Elena, la primera de sus siete hijas y un hijo junto a Clotilde (1902), Celia Malvina (1904), Adela (1907), Olga Clemencia (1909), Clemente (1911), Susana (1913) y Josefa (1915).

Clemente Álvarez en el centro y Josefa Fontanarrosa a su derecha junto a sus siete hijas y un hijo / “Intelectuales rosarinos entre dos siglos” / Prohistoria & Manuel Suárez Editor.

Años sin descanso

En 1901 y de regreso a la ciudad, Clemente trabajó en la Sala de Niños del Hospital Rosario y cofundó el Comité Rosario de la Liga Argentina Contra la Tuberculosis que en 1903 abrió el primer dispensario antituberculoso de Rosario, practicando una novedosa medicina social profiláctica. Desde 1905 y hasta 1922 ejercerá como médico de dispensario.

Fue jefe de la Sala de Clínica de Mujeres del Hospital Rosario hasta 1906 y asumirá luego la jefatura de la de Hombres hasta 1946.

En 1910 es partícipe de la creación del Círculo Médico de Rosario y de la Revista Científica del Círculo Médico de Rosario que encabezó por 32 años. Creó, dirigió y fue profesor entre 1911 y 1917 de la Escuela Municipal de Enfermeros para la que escribió el Manual del Enfermero, eminentemente práctico.

De 1911 a 1914 es nombrado director del Hospital Rosario y en 1920 cofundó el Hospital Nacional del Centenario y la Facultad de Ciencias Médicas de Rosario de la Universidad Nacional del Litoral (desde 1968 Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad Nacional de Rosario), donde impartió clases en las cátedras de Semiología, Patología Médica y Clínica Médica.

El 3 de noviembre de 1925 falleció en Rosario su padre Serafín, dejando una muy prolífica producción académica en las áreas de la ciencia política, en especial con sus aportes a la formación del socialismo argentino, la filosofía y el derecho con escritos publicados en Rosario, Buenos Aires y Madrid.

Clemente es designado integrante de la Academia de la Universidad Nacional de Litoral y en 1932 y 1937, respectivamente, miembro correspondiente y honorario de la Academia Nacional de Medicina, siendo el primer “rosarino” del cuerpo. En 1934 fallecen sus hermanos Luis y Julio, y en 1940 su madre Felipa.

El doctor Clemente Álvarez toma la palabra en un acto realizado en el Hospital del Centenario (s/d) / Archivo Diario La Capital.

Sin militancia institucional, Clemente era socialista y junto a un grupo de médicos opositores al peronismo fueron en 1946 cesanteados de sus cargos en la universidad. Un año después se jubiló y dos años después Clemente falleció. Tenía 76 años. Fue el 22 de junio de 1948, un paradójico día de celebración y tristeza, pues ese mismo día el Hospital Rosario cumplía las bodas de oro, a 50 años de su creación.

El sepelio de Clemente Álvarez fue multitudinario. Ese día en el cementerio El Salvador, el discurso del presidente del Círculo Médico, Roberto Siquot, recordó una personalidad calma, sin estridencias: cuando se lo nombró miembro de la Academia Nacional de Medicina, el Círculo quiso agasajarlo. Ante su negativa debieron llevarlo engañado diciéndole que iba a dar una conferencia. Cuando se dio cuenta de la bienintencionada farsa, se ruborizó.

En años anteriores, siendo miembro del Consejo Directivo, había declinado ser el decano de la Facultad de Ciencias Médicas y según el Diario La Capital del sábado 24 de julio de 1948, Clemente “logró fama y sólido prestigio a pesar de su propia determinación de rehuir tenazmante a toda clase de ostentaciones”. Y agrega: “Pudo haber obtenido honores y fortuna con sólo proponérselo, pero él prefirió vivir con modestia, repartiendo sus horas entre la cátedra, las salas hospitalarias y su consultorio”.

El Maestro

Para evaluar la estatura profesional y humana de Clemente Álvarez, historiadores y biógrafos coinciden en delinear primero la “exigencia de profesionalización” de la medicina de Rosario en la bisagra entre los siglos XIX y XX. Así, aparece la primera de sus virtudes: una acción terapéutica acompañada por la garantía de educación especializada. Esto es, mirar hacia “afuera” y hacia “adentro” de la medicina.

Su vocación educativa se desarrolló con holgura, fue considerado un “docente excepcional”, y sus clases magistrales eran seguidas por estudiantes y por sus propios pares. Todos lo llamaban “Maestro”. Clemente no inventó ni descubrió nada: se dedicó a sanar y a educar. Y se diferenciaba de sus colegas anteponiendo el caso humano al caso clínico, y en contra de una racionalismo a ultranza propio del positivismo reinante.

Sus estudios e investigaciones decantaron en publicaciones de gran estima histórica sobre cardiología, epidemiología y clínica, y en particular sobre tuberculosis, enfermedades del corazón, hipertensión arterial, arsenicismo, hipertiroidismo y bocio. Además era permeable a cualquier innovación y “no había prueba funcional, terapéutica o métodos recientemente implantados que no merecieran” su inmediata atención.

Su vida profesional difícilmente se separaba de la doméstica. De todos modos, la casa de Clemente era el lugar de reunión y debate con sus hermanos Domingo, que era docente, y Juan, que era abogado. Ubicada en Laprida 1350, es una mansión provinciana que incluía una entrada de caballeriza. Vivían allí cuatro familias: la de Clemente y Josefa, su hija soltera Susana, y Clotilde, Celia y Josefa y los suyos.

Clemente era reservado en sus pesares y extrovertido en sus alegrías. Era parco al hablar y opinaba sin reservas. Era paternal y presidía la mesa familiar en la que estaba prohibido hablar de temas médicos. Le gustaba la comida española, sobre todo el puchero. La familia tuvo coche a caballos y luego auto. Cuando Clemente y Josefa salían del cotidiano, les gustaba asistir a las temporadas teatrales y, en especial, a las funciones de las compañías de ópera.

Orgullo rosarino

La evidencia de la pérdida ante la muerte de Clemente aceleró los homenajes. El 30 de diciembre de 1948 se le impuso a la sala II del Hospital Rosario el nombre del prestigioso médico y el 25 de noviembre de 1949 el propio efector será renombrado como Hospital Doctor Clemente Álvarez. En 1950 hasta se proyectó construir un monumento en honor a Álvarez. En 1972, a cien años de su nacimiento, la Municipalidad le rindió homenaje en un acto en “la Policlínica”.

Ante la necesidad de contar con un centro de atención metropolitano y la inminencia del Mundial de Fútbol de 1978, el 27 de abril se inauguran las obras del nuevo Hospital de Emergencias, Trauma y Alta Complejidad Clínico Quirúrgica Dr. Clemente Álvarez.

El Hospital de Emergencias Clemente Álvarez es una institución benemérita de la ciudad y modelo de salud en América Latina / Diario La Capital / Celina Mutti Lovera.

El mismo centro asistencial se mudará a su actual localización de avenida Pellegrini al 3200. El edificio fue concluido en 2007 y puesto en funcionamiento con todas sus áreas y personal en abril de 2008.

El predio del barrio Hospitales fue abandonado. El edificio quedó en ruinas e inservible no sólo para la práctica médica, fue demolido en 2009 y allí se erigió e inauguró el 3 de julio de 2017 el Centro de Justicia Penal, organismo dependiente del servicio de Justicia santafesina. De la historia del primer hospital público de Rosario, al que Clemente le dedicó su vida, quedan únicamente media docena de palmeras.

 

Fuente: Diario La Capital

 

 

 

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